دهها_هزار_سرخپوستان_بومی#
#Decenas_de_miles_de_indígenas
وارد_کیتو_پایتحت_اکوادور_شدند#
#entran_en_Quito_y
#و #رئیس_جمهور_شهرراترک_میکند
el #presidente_abandona_la_capital
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el #presidente_abandona_la_capital
Cerca de 20.000 indígenas llegan a Quito y se suman al movimiento urbano para forzar al Gobierno a dar marcha atrás en el paquete de medidas exigidas por el FMI. El presidente Lenin Moreno abandona la capital antes de la llegada de las columnas de la confederación indígena.
بیست هزار بومی وارد کیتو شده تا به جنبش /قیام شهری بپیوندند و دولت را وادار به عقب گرد از بسته تحمیلی 'نهاد بین الملل پول' کنند .رئیس جمهور 'لنین موره نو' قبل از رسیدن سرخپوستان پایتخت را ترک کرده
تهیه و ترجمه یک پاراگراف از : پیمان پایدار
بیست هزار بومی وارد کیتو شده تا به جنبش /قیام شهری بپیوندند و دولت را وادار به عقب گرد از بسته تحمیلی 'نهاد بین الملل پول' کنند .رئیس جمهور 'لنین موره نو' قبل از رسیدن سرخپوستان پایتخت را ترک کرده
تهیه و ترجمه یک پاراگراف از : پیمان پایدار
A la caída de la tarde de este lunes 7 de octubre, decenas de miles de indígenas iniciaban su entrada en Quito, la capital de Ecuador. Entre aplausos, vítores y cámaras de móviles, la población quiteña recibía a las columnas de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), uno de los movimientos sociales más potentes del continente, que agrupa a decenas de pueblos originarios y centenares de miles de personas.
De esta forma, las poblaciones originarias de la sierra y la selva ecuatoriana se unían a una movilización iniciada el 3 de octubre por sectores mayoritariamente urbanos. Entre las reformas más contestadas, destaca el fin de los subsidios a la gasolina, que supone un aumento del 123% en el combustible más utilizado en el país, o la reducción de las vacaciones a los funcionarios de 30 a 15 días. El llamado Paquetazo incluye recortes de gasto público, una reforma laboral y mayor libertad de operación a las grandes empresas, una batería de medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conceder a Ecuador una línea de crédito de 4.000 millones de euros.
De esta forma, las poblaciones originarias de la sierra y la selva ecuatoriana se unían a una movilización iniciada el 3 de octubre por sectores mayoritariamente urbanos. Entre las reformas más contestadas, destaca el fin de los subsidios a la gasolina, que supone un aumento del 123% en el combustible más utilizado en el país, o la reducción de las vacaciones a los funcionarios de 30 a 15 días. El llamado Paquetazo incluye recortes de gasto público, una reforma laboral y mayor libertad de operación a las grandes empresas, una batería de medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para conceder a Ecuador una línea de crédito de 4.000 millones de euros.
#ElParoNoPara
El Movimiento Indígena ya en la capital.
Pueblo Kayambi es recibido de esta manera en el norte de Quito, en Calderón, ¡la alegría del pueblo!#LaLuchaVaPorqueVa
Ante la negativa indígena de negociar con las autoridades, el presidente Lenin Moreno anunció en cadena nacional el traslado del Gobierno a Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador. También anunció la suspensión de las clases escolares y señaló al expresidente y antiguo compañero de partido Rafael Correa como responsable del levantamiento. El presidente acusó a “opositores correístas” de estar “financiando las agresiones y los saqueos”.
“Nuestra lucha es por la salida del FMI del Ecuador. No permitiremos a los que nos criminalizaron por diez años aprovecharse de nuestra lucha y la del pueblo ecuatoriano”, afirmaban desde la ConaieLa Conaie no tardó en mostrar su distancia con respecto a Correa, a quien tacha de “oportunista”. El apoyo del expresidente Correa a los proyectos mineros y petroleros, así como su política de cooptación y división del movimiento indígena, convirtieron a la confederación indígena en un incómodo movimiento opositor durante gran parte de sus mandatos. “Nuestra lucha es por la salida del FMI del Ecuador. No permitiremos a los que nos criminalizaron por diez años aprovecharse de nuestra lucha y la del pueblo ecuatoriano”, afirmaban desde la Conaie.
QUITO MILITARIZADO, CAOS EN TODO EL PAÍS
Quito amaneció militarizada en su quinto día de estado de excepción. En numerosas carreteras del país continúan los cortes de ruta y las protestas se extienden en diversas ciudades de la sierra, al tiempo que se reportan saqueos, enfrentamientos, cargas policiales y tomas de instalaciones gubernamentales. A día de hoy las autoridades cifran en 477 las personas detenidas por delitos tan variados como vandalismo, saqueos o especulación. Diversas organizaciones sociales, entre ellas la Conaie, sindicatos, organizaciones campesinas y partidos de izquierda, han declarado el “paro indefinido” hasta que se derogue el polémico decreto y la declaración del estado de excepción. Este miércoles 9 de octubre ha sido convocada una huelga general. Por su parte, el presidente Moreno afirma que no va a dar marcha atrás en el paquete de medidas ya que “lo correcto no tiene matices”.
DÉCADAS DE MOVILIZACIONES INDÍGENAS
“El pueblo unido jamás será vencido”. Los gritos de los pueblos indígenas que entraban en la ciudad encontraban eco en los miles de quiteños que les daban la bienvenida. En Ecuador no es solo una frase nostálgica con aire hueco. En las últimas tres décadas, cuando han coincidido los reclamos del movimiento indígena —en su mayoría rural— y el movimiento urbano —formado por sindicatos, estudiantes y habitantes de los barrios más pobres— no ha habido ley o gobierno que soporte la arremetida.
En junio de 1990, el levantamiento indígena del Inti Raymi —cuatro años antes del alzamiento zapatista— resolvió cientos de conflictos de tierras en beneficio de los pueblos originarios. En 1992, cuando se cumplían los 500 años de la invasión española, los pueblos amazónicos consiguieron 1,2 millones de hectáreas. En 1993, junto con otros sectores campesinos y sindicatos, el movimiento indígena frenó la privatización del Seguro Social Campesino. En 1994 —al igual que en el resto de ocasiones con cortes de carreteras y movilizaciones hacia la capital—, tumbó 44 artículos de una ley agraria que pretendía privatizar las tierras comunales. Y en 1995, en coalición con otras organizaciones, evitaba una vez más la privatización de la Seguridad Social y la limitación del derecho a la huelga, entre una larga lista de medidas neoliberales, derrotando al Gobierno en una consulta popular, según recoge el libro Crónicas del Estallido.
En las últimas tres décadas, cuando han coincidido los reclamos del movimiento indígena y el movimiento urbano no ha habido ley o gobierno que soporte la arremetidaEn 1997, una coalición de movimientos y organizaciones populares, indígenas, campesinas, sindicales, estudiantiles y magisteriales, con el nombre de Frente Patriótico, tumbó al presidente Abdalá Bucaram, que se definía como “el gobierno de los pobres”, pero decretaba aumentos de la electricidad del 320% y del gas en un 417%, siguiendo los dictados del FMI.
En el año 2000, las columnas indígenas volvieron a salir de sus comunidades y de las ciudades de la sierra, y tomaron el Palacio Legislativo y otros centros de poder de la capital para echar al presidente Jamil Mahuad, que había dolarizado la economía y —siguiendo otra vez las directivas del FMI— llevado a la pobreza a gigantescos sectores de la población ecuatoriana. Al igual que en anteriores levantamientos consiguieron sus objetivos sin muertos ni apenas derramamiento de sangre. Sin embargo, en esta ocasión contaron con el apoyo de un sector de oficiales del Ejército de rango medio liderado por un joven coronel llamado Lucio Gutiérrez.
Fue precisamente este militar quien capitalizó las movilizaciones lideradas por la Conaie y consiguió convertirse en presidente en 2003 con el apoyo del movimiento indígena. Pero no tardó en traicionar a sus aliados. Apenas un mes después de entrar en el Palacio de Carondolet, Gutiérrez viajaba a Washington, se declaraba “el mejor amigo de Estados Unidos” y firmaba una carta de intención con el FMI, donde se comprometía a una batería de privatizaciones y ajustes estructurales para acceder a una nueva línea de créditos. En unos meses había iniciado las negociaciones con George W. Bush para firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos.
La alianza con Lucio Gutiérrez supuso un enorme desgaste para la Conaie. Cuando una horda de jóvenes “indignados” con la clase política tomó Quito en abril de 2005 al grito de “que se vayan todos” y obligó a dimitir al exmilitar, el movimiento indígena apenas participó. “Sí se pudo”, era el grito de los “indignados” cuando Lucio Gutiérrez abandonó el Palacio de Carondelet. Si alguien supo capitalizar todo ese desencanto con todos los políticos fue un hasta entonces desconocido Rafael Correa, que ganó las elecciones el año siguiente.
La alianza con Lucio Gutiérrez supuso un enorme desgaste para la Conaie. Cuando una horda de jóvenes “indignados” con la clase política tomó Quito en abril de 2005 al grito de “que se vayan todos” y obligó a dimitir al exmilitar, el movimiento indígena apenas participó. “Sí se pudo”, era el grito de los “indignados” cuando Lucio Gutiérrez abandonó el Palacio de Carondelet. Si alguien supo capitalizar todo ese desencanto con todos los políticos fue un hasta entonces desconocido Rafael Correa, que ganó las elecciones el año siguiente.
Ahora resulta, dice la líder indígena Lourdes Tibán, “que Quito es tomado con las fuerzas vivas del indigenado y no será sorpresa que, así como votamos para el gobierno, hoy botemos [echemos] un gobierno más”La Conaie consiguió rearmarse y liderar la exitosa movilización de 2006 contra el tratado de libre comercio con EE UU y la base estadounidense de Manta. Pero una vez más, su apoyo inicial al gobierno “plurinacional” y ecologista de Correa —la Constitución de 2008 fue la primera en el mundo en reconocer los derechos de la naturaleza— le costó caro cuando quedó claro que la visión de desarrollo del Gobierno de Alianza País —basada en la explotación petrolera y minera— chocaba directamente con los intereses de los pueblos indígenas. Las divisiones internas del movimiento impidieron que la Conaie adoptara durante el correísmo el protagonismo que había gozado en décadas anteriores. Un protagonismo que ahora parece que ha conseguido recuperar.
Lourdes Tibán, histórica líder indígena, resumía lo que está ocurriendo con Lenin Moreno, pero también con Rafael Correa y un largo etcétera de presidentes: “Todo gobierno democráticamente elegido en el Ecuador luego de ganar las elecciones se olvida de la gente que le dio el triunfo. Generalmente los gobiernos ganan con el voto de los más pobres, de los que tienen esperanza laboral y de mejores días para la familia en todo sentido”. Para Tibán, los diez años de correísmo fueron de “criminalización de la lucha social”, de “cooptación de líderes indígenas a favor del gobierno”. Pero Rafael Correa no logró, dice Tibán, “destruir la estructura del movimiento indígena” en Ecuador. Ahora resulta, continúa, “que Quito es tomado con las fuerzas vivas del indigenado y no será sorpresa que, así como votamos para el gobierno, hoy botemos [echemos] un gobierno más”.
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