Saturday, January 26, 2013

El verdugo que abrazó al hombre

que tenía que matar


Alizera Mifiha, minutos antes de morir. (AP)


Alireza Mafiha y Muhamed Ali Sarvari fueron ahorcados delante de 300 personas por un crimen que se había colgado en YouTube, con una soga que se tensó por control remoto y en una muerte que grabaron cientos de personas con sus teléfonos móviles. Fue una conjunción de preceptos medievales y costumbres típicamente del siglo XXI sustentadas además sobre un razonamiento tan esotérico como que estos dos jóvenes iraníes habían "guerreado contra Dios".
En realidad, el único dios al que Mafiha, de 23 años, y Sarvari, de 20, se habían enfrentado era uno metafórico: el poder de un video viral en YouTube; uno que había aparecido en el portal en diciembre y que los mostraba atacando a un peatón con un machete en Teherán.
Era un video corto, de 37 segundos, en el que cuatro personas enmascaradas se acercaban a la víctima en moto y, tras agredirle, le robaban su bolsa y su chaqueta. Tan impactante era que acabó siendo emitido por televisión iraní, para el ultraje de gran parte de la población. Hacer algo al respecto se convirtió en una prioridad policial en un país asolado por los crímenes callejeros.

Los dos jóvenes fueron detenidos, juzgados y encontrados culpables de "guerrear contra Dios", una acusación indefinida que sirve para castigar con pena de muerte a los culpables de una gran variedad de crímenes de activismo contra el Estado a agresiones especialmente violentas.
De poco sirvió que en el juicio Mafiha hubiera explicado que si robaba era porque era pobre. "La seguridad de nuestra gente es más importante que el pan de cada día", explicó a los medios en diciembre Sadeq Larijani, alto cargo del poder judicial iraní. Sus dos cómplices recibieron penas de diez años de cárcel y 74 latigazos.
Así llegó el domingo pasado. Antes del amanecer, la pareja fue paseada por toda la ciudad, delante de unas 300 personas escandalizadas que exigían clemencia. Al llegar a un parque en el centro de Teherán, un juez les repitió su crimen entre los gritos de ira y duelo de la muchedumbre. Sarvari permaneció estoico. Mafiha hundió la cabeza, desesperado, en el hombro del policía que tenía que matarlo. Éste le abrazó.
Se les rodeó el cuello con las sogas y, según salía el sol, se apretó el botón que hacía que las grúas a las que estaban atadas las cuerdas se izaran. Los dos ladrones colgaron de más de cuatro metros. Murieron a los pocos segundos. Habían perdido la "guerra contra Dios".
Fuente: Yahoo! España

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